Autor: Ismael Guzmán Torrico (*)
Fecha: 21/07/2017
El bosque Tsimane es un territorio de la amazonía sobre el que, en la era post jesuítica, convergieron principalmente tres pueblos indígenas muy emblemáticos en el Beni: el pueblo Tsimane, el Mojeño y el Movima. Estos pueblos desde sus formas culturales específicas pero con sentidos en cierta forma comunes respecto a modos de vida y de relacionamiento con el entorno ecológico amazónico, lograron desarrollar unos patrones de ocupación espacial exentos de tensiones manifiestas.
En cambio cuando este espacio territorial experimentó la penetración de la economía extractivista, emprendido especialmente por las empresas madereras con la aquiescencia del Estado, el conflicto de intereses fue inmediato y tan evidente que desembocó en una acción movilizada en 1990, conocida como la primera marcha indígena “Por el territorio y la dignidad”. Esta marcha estuvo dirigida a mostrar ante la sociedad que el área no era un espacio territorial vacío como se la señalaba, pero también buscó interpelar al Estado porque sus políticas transgredían derechos preexistente y constituían acciones de negación sobre sus territorios históricos. Entonces, el conflicto fue aparentemente superado con el reconocimiento jurídico de dos territorios indígenas: el Territorio Indígena Multiétnico (TIM) y el Territorio Indígena Chimán (TICH), además de la promulgación del D.S. 22611 en el que se establece que el resto del área de Bosque Tsimane les será restituido una vez concluyan los contratos de concesión forestal en dicha área.
Pero, para sorpresa, 27 años después el conflicto se reactiva como consecuencia de una medida del Estado a través del INRA, consistente en la declaratoria de tierras fiscales de libre disponibilidad en un área de ex concesiones forestales de Bosque Tsimane, obviando el acuerdo histórico de 1990 y contraviniendo el D.S. 22611. Medida estatal esta que ya generó iniciativas de grupos denominados campesinos dirigidas a tomar posesión de hecho en un sitio del área, coincidentemente aledaño al tramo 2 del proyecto carretero Villa Tunari-San Ignacio de Mojos a través del TIPNIS.
La primera reacción de Mojeños, Tsimane y Movimas a través de sus organizaciones representativas ante el estado de situación, fue el de colocarse en estado de emergencia, promoviendo reuniones tanto con el INRA como con el Viceministerio de Tierras, pero sin resultados satisfactorios.
De ahí la peculiar “Caminata de reafirmación de nuestro derecho histórico sobre el área de Bosque Tsimane”, iniciada el cinco de julio, con una duración estimada de doce días, con rumbo al corazón de este territorio indígena ancestral sobre el cual mantienen un vínculo de manera ininterrumpida desde los tiempos ancestrales hasta la actualidad. Pues para grupos de familias Tsimane ésta área es parte de su territorio y es intrínseco a su sistema de ocupación espacial basado en la circulación itinerante, como estrategia de ejercicio de gobernanza territorial y especialmente de acceso a los recursos naturales que forman parte de sus medios de vida.
Es más, en su mayor parte estos grupos de familias del pueblo Tsimane del área en cuestión, se encuentran en estado de semi aislamiento voluntario, lo que hace aún más sensible su situación ante cualquier medida del Estado que altere estos patrones de uso espacial, como la de incorporar al lugar nuevos actores sociales con derechos propietarios. Incluso hay quienes en las comunidades indígenas aledañas al área de ex concesiones forestales, hablan de la existencia grupos no contactados, tema este a corroborar con el fin de evitar riesgos potencialmente etnocidas.
Mientras que los mojeños por su parte, sostienen también toda una tradición de presencia en el área a través de comunidades establecidas desde hace más de un siglo atrás, según las fuente orales, algunas ya extintas. Las concesiones forestales si bien generó algunos factores de interferencia en esta tradición, pero no logró interrumpirla.
Pero además hay un componente de alta sensibilidad para los mojeños al interior del área de ex concesiones de Bosque Tsimane: el sentido espiritual de este espacio. La espiritualidad del área para los mojeños se establece desde dos vertientes: la referencia de dos ex reducciones jesuíticas (existen ruinas) con la que estuvieron íntimamente implicados (San José y San Luís), de cuya pertenencia se generó relatos muy profundos que responden a los códigos de su cosmovisión y hacen a su intro-historia; la otra vertiente está relacionada con la referencia espacial de la Loma Santa o Santaloma como ellos lo denominan, en torno a este rasgo espiritual se tiene registro bibliográfico de múltiples movimientos colectivos de búsqueda de la Santaloma dirigidos hacia esta área.
La convicción de encontrar la Santaloma en un sitio del área en cuestión, es una convicción aún presente en la visión mojeña en general y de manera mucho más firme entre la población indígena de la zona, de acuerdo a las fuentes orales de las que disponemos, el último movimiento de búsqueda de la Santaloma de la que se tiene referencia, ocurrió entre el mes de abril y mayo del año 2014, es decir, un evento muy reciente.
Toda esta realidad histórica y estas referencias espirituales, tan densa en espiritualidad y códigos culturales, dotan al área de ex concesiones en el Bosque Tsimane la cualidad de santuario espiritual y es de esa manera como lo percibe la población de las comunidades indígenas establecidas en los márgenes de dicha área. Por consiguiente revisten al conflicto de Bosque Tsimane de un estado altamente sensible que el Estado nunca logró comprender, o al menos no mostró sensibilidad alguna, lo que demuestra la continuidad de la contraposición de lógicas y visiones en la historia de las relaciones Estado-pueblos indígenas.
No debemos perder de vista que el departamento del Beni es el más multiétnico del país, pues este espacio político administrativo es hábitat 18 pueblos indígenas (el 50% de los pueblos y naciones indígenas reconocidas constitucionalmente). Y Bosque Tsimane es quizá el último espacio territorial en la amazonía que aún reúne condiciones como para restituir un territorio indígena de naturaleza ancestral, el resto o solo son restituciones parciales o ya fueron completamente desfigurados tanto en su estado material como socioespiritual.
* Ismael Guzmán Torrico es sociólogo de CIPCA Beni.
Por una Bolivia democrática, equitativa e intercultural.