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Cuando suben las aguas: Reflexiones sobre la inundación en la capital pandina 2024

Cuando suben las aguas: Reflexiones sobre la inundación en la capital pandina 2024

Autor: Marco Albornoz - Armin Escobar CIPCA Norte amazónico
Fecha: 01/03/2024

Hace 12 años atrás se consideraba que la crecida de los ríos y desbordes eran cíclicos y que las inundaciones ocurrían cada 50 años. Sin embargo, vemos que los patrones han cambiado y son difíciles de predecir porque este tipo de eventos sucede con mayor frecuencia. Un hecho trascendental es el ocurrido en el municipio de Cobija en el departamento de Pando que la pasada gestión 2023 y ahora 2024 está viviendo un desastre natural a causa del desborde del río Acre debido a la alta sedimentación que presentan los ríos en la amazonia. Esta situación puso en vilo a las autoridades en cuanto a sus capacidades de respuesta ante emergencias, saliendo de todo comportamiento esperado hacia un escenario sorpresivo y de desastre.

Los ríos que circundan a las poblaciones amazónicas son el Rio Acre, Chipamanu, Manuripi, Manurimi, Tahuamanu, Orton, Beni, Abuná, Mamoré e Iténez. A lo largo del tiempo, las inundaciones que afectaron a la población de Cobija-capital pandina- indican que fueron a causa de los desbordes del Río Acre que inundó barrios y viviendas afectando a familias que se resguardaron, pero sufrieron cuantiosas pérdidas materiales derivando en el retraso generalizado en la economía local.


En el caso de Cobija, en 2012 fueron 6 barrios los que tuvieron que evacuar, 600 familias tuvieron que aplicar el plan retorno luego del desmán que causaron la aguas, en 2015  fueron 5 barrios los afectados con 450 familias socorridas, en 2023 fueron 5 barrios con 400 familias,  pero en 2024 las cifras han superado todo pronóstico y se tiene 16 barrios inundados con 2604 personas damnificadas, muchas de ellas socorridas por familiares que las albergaron en sus casas, pero muchas otras rescatadas y puestas en albergues temporales (930 familias afectadas).

Antes de 2012 una situación similar se había presentado en 1962, con los últimos eventos se confirma que el cambio en el comportamiento climático impactó de forma directa a la frecuencia de estos desastres naturales:




La experiencia demuestra que las tareas que siguen al momento más crítico de la emergencia —cuando el río alcanza su altura máxima— son igualmente importantes y delicadas. Esto se debe a que las aguas tardan en descender y, lo que es peor, arrastran consigo una variedad de alimañas que invaden las casas: serpientes, lagartos, alacranes, mosquitos, entre otros, lo que hace necesaria una limpieza profunda antes de poder retornar.

Además, las calles inundadas quedan cubiertas por una capa resbaladiza de lodo de al menos 5 cm, dificultando el tránsito normal. Esta situación tiene un impacto duradero, ya que las familias, al retornar a sus rutinas, se ven afectadas económicamente y en los peores casos sufren problemas de salud.

Ante este escenario, los gobiernos subnacionales locales y las instituciones de apoyo recurren a mecanismos para proteger la vida de los pobladores saliendo de toda agenda de trabajo. Este año, Cobija se ha declarado en zona de desastre natural, solicitando ayuda a otras instancias del Estado para que intervengan. Asimismo, las instituciones de la sociedad civil enfocadas en el desarrollo socioeconómico y ambiental hacen esfuerzos por canalizar recursos y aportar desde sus opciones. Aunque estas son medidas paliativas que ayudarán a superar el momento difícil, las soluciones profundas y sostenibles deben abordar las conductas humanas y nuestros estilos de vida.


Los fenómenos climáticos, específicamente las lluvias de enero y febrero no son las únicas causantes para estos desastres, sino también las formas de vida del entorno. Las aguas que ahora inundan a las familias de la amazonía boliviana provienen de ríos que nacen en otras latitudes; estas zonas impactas económicamente por la minería y otras actividades que degradan y empobrecen el suelo, además de contaminar las aguas son las verdaderas causantes de estos desastres. Ante esta situación los esfuerzos deben intensificarse en la concientización de la sociedad respecto a las formas consumistas de vivir anteponiendo lo económico antes que la vida, interpelando las acciones antrópicas relacionadas al extractivismo de los ríos, la deforestación de los bosques para la ganadería intensiva, la mecanización del agro, los monocultivos y los transgénicos. Tomar acción frente a esta problemática es decisivo y es urgente que la sociedad reconozca que estos desastres naturales no involucran solo a las poblaciones locales sino a todos en su conjunto.

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