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Agua: un recurso determinante para la seguridad alimentaria

Agua: un recurso determinante para la seguridad alimentaria

Autor: Mario Vargas Responsable de investigación - CIPCA UAP Oficina Nacional
Fecha: 06/11/2023

El agua es fundamental para la agricultura y la producción de alimentos. Su disponibilidad de manera adecuada y oportuna puede aumentar la productividad de los cultivos, permitir a los agricultores cosechar más alimentos por unidad de tierra cultivable. Cuando se dispone de suficiente agua, los agricultores cultivan una diversidad de alimentos para el consumo local y la venta en mercados, lo que a su vez contribuye a la seguridad alimentaria y a la economía de las comunidades rurales.

Los distintos ecosistemas que tiene nuestro país son el soporte fundamental para la vida y las personas, entre los beneficios y servicios ecosistémicos más conocidos está la provisión de alimentos, agua dulce, medicinas, materiales, la regulación y el mantenimiento de los elementos que componen el medio ambiente. 

La escasez y contaminación de agua, así como el acceso desigual al agua potable en sus diversas regiones, son problemas por las que atraviesa Bolivia. En el chaco, los valles interandinos y el altiplano, la escasez de agua es un problema recurrente debido a las condiciones propias de los ecosistemas que determinan bajas precipitaciones e incremento de la temperatura, lo que puede afectar tanto al abastecimiento de agua para el consumo humano como para la producción agropecuaria. 

La escasez de agua tiene diversas causas, que entre otros incluye: a) el Cambio Climático, que altera los patrones de precipitación, lo que lleva a sequías más frecuentes y prolongadas en algunas áreas, y además, el aumento de la evaporación y la pérdida de agua en los cuerpos de agua; b) la ampliación de la frontera agrícola, que altera los ecosistemas, destruye la biodiversidad y afecta las zonas de almacenamiento de agua; c) el crecimiento y urbanización poblacional, genera mayor demanda de agua y estas poblaciones muchas veces carecen de educación sobre el uso adecuado de este recurso.

Estos aspectos fueron abordados en el foro nacional “Agua, Cambio Climático y Seguridad Alimentaria”, organizado por el CIPCA los días 27 y 28 de septiembre en la ciudad de Cochabamba, donde investigadores y expertos en estas temáticas presentaron datos actuales y proyecciones que posibilitaron mayor conocimiento al respecto y con base en esos conocimientos los representantes de todas la regiones de Bolivia reflexionaron y discutieron las políticas públicas actuales, las soluciones tecnológicas desarrolladas y propusieron una agenda estratégica hacia nuevas políticas públicas, que consideren las realidades de cada región  y el protagonismo de los diverso actores involucrados. 

Entre las causas estructurales para el problema de la escasez de agua en Bolivia están la ocurrencia de ciclos de años secos y húmedos, y principalmente, la deforestación para implementar los cultivos agroindustriales.

La ocurrencia cíclica de años secos y húmedos presenta una tendencia hacia situaciones más críticas de años secos, con precipitaciones menores y periodos prolongados sin lluvias. En la Figura 1, se presenta un ejemplo sobre el análisis de oscilaciones y variaciones de ocurrencia de años secos y húmedos para Cochabamba, con base en las mediciones de la estación meteorológica del aeropuerto Jorge Wilstermann.
 La precipitación promedio para Cochabamba es de 465 mm/año, si se registra más de 533 mm corresponde a un año húmedo, en cambio si la precipitación es igual o menor de 399 mm, pertenece a un año seco. En cuanto a la tendencia para Cochabamba, cada periodo seco será más seco que el anterior, situación que nos direcciona a un proceso de desertificación.

Figura 1: Análisis de probabilidades de ocurrencia de años secos y húmedos
Fuente: Villazón Gómez, M. 2023. Oscilación, variabilidad y tendencia del clima ante eventos extremos en Bolivia [Diapositivas de PowerPoint]. Laboratorio de Hidráulica, UMSS.

Las oscilaciones y variabilidades del Índice de Oscilación del Sur (IOS), presenta ciclos de duración de 20 años en promedio, con presencia del fenómeno del niño y niña en esos ciclos. Para el caso del Cochabamba, en los años 60 se da el fenómeno del niño, el 83 ocurre uno de los niños más fuertes y el 92 se registra otro niño, así como los registrados en el presente siglo. Si bien existe la ocurrencia cíclica, los registro para los últimos años presentan una tendencia a precipitaciones más reducidas y periodos más prolongados sin lluvia. 

La deforestación presenta incrementos altos (Figura 2), especialmente por la ampliación de la frontera agrícola, factor que profundiza el problema del agua, por su relación con áreas de recarga hídrica. Esta situación es consecuencia del modelo de desarrollo que se fomenta desde el gobierno boliviano. En los últimos años son más frecuentes las subvenciones e incentivos para la agroindustria, cuyos efectos negativos ya son evidentes en los ecosistemas boscosos del territorio boliviano.

Figura 2: Deforestación en Bolivia, acumulada hasta el 2022
Fuente: Rodríguez Montellano, A. 2023. Situación de los bosques en Bolivia, deforestación, causas e impactos y su relación con áreas de recarga hídrica [Diapositivas de PowerPoint]. Fundación Amigos de la Naturaleza.

Con respecto a la deforestación, la Fundación Amigos de la Naturaleza (2023), indica que Bolivia perdió 7.9 millones de hectáreas de bosque durante 37 años, pasó de tener 63 millones de hectáreas de bosque en 1985 a 55 millones de hectáreas en 2022. Asimismo, entre los años 2016 y 2020, el promedio de pérdida de bosque fue de 260.000 hectáreas anuales, para el 2021 está cifra incrementó a 364.000 hectáreas y en el 2022 la deforestación alcanzó las 429.000 hectáreas.

La deforestación altera significativamente la disponibilidad de agua al cambiar el ciclo hidrológico, aumenta la erosión y afecta la recarga de acuíferos. También la pérdida del bosque, y vegetación en general, provoca mayor escurrimiento superficial del agua, provocando inundaciones más rápidas y severas. Estos impactos presentan graves consecuencias para los ecosistemas, la producción agrícola y el suministro de agua de fuentes naturales para las comunidades rurales y urbanas. Por lo tanto, la conservación de los bosques es esencial para mantener un equilibrio adecuado en el ciclo del agua y garantizar la disponibilidad de agua dulce a largo plazo.

El incremento de la superficie agrícola en Bolivia tiene estrecha relación con el incremento de los cultivos agroindustriales, como las oleaginosas, y un decremento de las superficies cultivadas con cereales, tubérculos y raíces, frutas, hortalizas y forrajes, que son parte de la seguridad alimentaria nacional (Figura 3). 

Figura 3: Disminución de la superficie cultivada de alimentos básicos
Fuente: Prudencio, J. 2023. El aporte de la economía familiar campesina en el sistema alimentario nacional [Diapositivas de PowerPoint].

En el documento “Nivel de Referencia de Emisiones Forestales por la Deforestación del Estado Plurinacional de Bolivia”, elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua y la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra (2023), se expone que las tierras cultivadas a nivel nacional aumentaron en 520.093 hectáreas entre los años 2016 y 2021, pasando de 3,49 millones de hectáreas en 2016 a 4,01 millones de hectáreas para el año 2021, atribuyendo esta ampliación exclusivamente a factores productivos, y por tanto, motivaciones económicas que están directamente relacionadas con el cultivo de soya.

Esta situación tiene sus impactos en la seguridad y soberanía alimentaria, la disminución de la diversidad de cultivos afecta a la canasta familiar y la calidad alimenticia de la población boliviana. Por otra parte, dada la disminución de la producción (por ejemplo, de frutales, tubérculos y hortalizas), es posible que se esté generando una alta dependencia a la importación de esos productos desde países vecinos. Los reportes de importaciones de alimentos nos muestran que existen años en los que los volúmenes importados presentan crecimiento. Por ejemplo, según el IBCE (2023), entre enero y noviembre de 2022, Bolivia importó 15.654 toneladas de papa y sus derivados, que significan aproximadamente 16 millones de dólares, provenientes de 15 países, Argentina se constituye en el principal proveedor, seguidos por Perú y Estados Unidos. La papa es un producto muy importante en la dieta alimentaria del país, cada boliviano consume 108 kg de papa por año.

A las crisis de agua que venimos atravesando, se suman los bajos niveles de productividad en los principales rubros alimentarios y una demanda de alimentos incremental, debido al crecimiento y urbanización de la población. Estos son aspectos que también condicionan las posibilidades de seguridad y soberanía alimentaria nacional. 

Es necesario considerar que Bolivia es altamente vulnerable al Cambio Climático, especialmente por presentar diferentes ecorregiones, y una diversidad de ecosistemas productivos. Por lo mismo, las soluciones deben considerar estas particularidades y recuperar las experiencias generadas por instituciones de cooperación, académicas y de los actores locales que generan respuestas para afrontar el problema, las mismas parten desde la identificación y protección de zonas de recarga hídrica, cambios en los ciclos de siembras, sistemas de microriego, recuperación de prácticas ancestrales, siembra natural de aguas, sistemas de alerta temprana, establecimiento de sistemas agroforestales. También son necesarias las construcciones de grandes infraestructuras como represas y sistemas de trasvase, que deben considerar su vinculación con los procesos productivos, manejo de cuencas y la gestión en términos sociales con y entre las comunidades y organizaciones involucradas.

El gobierno nacional reporta anualmente montos significativos de presupuesto destinados a atender las emergencias vinculadas con el déficit hídrico, a pesar de ellos no se logran resultados efectivos en el mediano y largo plazo, una de las posibles razones es la falta de acciones integrales de las diferentes instancias del gobierno, las acciones sectoriales no permiten una respuesta efectiva. Asimismo, más allá de entregar semillas, forrajes o distribuir tanques de agua, motobombas, entre otras dotaciones de insumos, necesitamos soluciones estructurales que aborden la problemática desde sus orígenes. 

El modelo de desarrollo de carácter extractivista que se promueve desde el gobierno nacional está relacionado con la ampliación de la frontera agrícola, siendo la principal causa que deteriora los recursos naturales, los bosques y los principales acuíferos. La disminución de las superficies con bosque afecta la disponibilidad de agua no sólo en las tierras bajas, sino también en los Andes cuya precipitación depende de los bosques amazónicos. Es necesario replantear de manera consistente un tránsito hacia un modelo de desarrollo más sostenible que vele por la seguridad y soberanía alimentaria, el acceso al agua como derecho humano y el bienestar en general de toda la población.

Por otra parte, los actores regionales y locales destacan que las acciones que implementan desde los diferentes niveles de gobierno (nacional, departamental y municipal), no son suficientes y carecen de efectividad, además de ofrecer solamente respuestas reactivas y no solución de mediano y largo plazo, por lo mismo plantean activar programas y proyectos de largo alcance y que aborden la problemática desde el conocimiento científico y las realidades de cada regiones, dado que este problema presenta diferentes matices en los ámbitos locales.

La magnitud del problema agua requiere políticas publicas más efectivas y sustentadas en las realidades de las regiones, además de disponer de financiamiento para consolidar las alternativas tecnológicas e infraestructuras necesarias, para las respuestas se necesita una relación y sustento con la ciencia y los saberes locales. 

Los mismos actores locales participantes del Taller antes mencionado, así como las evidencias científicas desarrolladas por instituciones como el CIPCA, muestran que es posible armonizar producción y desarrollo, esto solo será posible a partir del impulso a los sistemas productivos sostenibles que son saludables con el medio ambiente y el uso y aprovechamiento del agua, estas alternativas y propuestas regionalizadas las presentaremos en un próximo documento. Las nuevas políticas públicas deberán nutrirse de estos conocimientos y platear un nuevo modelo de desarrollo sostenible, resiliente al cambio climático y sobre todo con estrategias regionalizadas.   

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