Autor: Editorial
Fecha: 22/03/2015
Aparentemente se está empezando a mover, otra vez, la relación entre Bolivia y Brasil, por lo menos en lo que respecta al viejo proyecto de construir dos plantas hidroeléctricas en ríos fronterizos.
El Ministerio de Hidrocarburos y Energía informó que existe un preacuerdo con el Gobierno de Brasil para realizar los estudios de viabilidad, diseño y construcción de los proyectos hidroeléctricos binacionales Río Madera y Cachuela Esperanza. Esos proyectos, por los que Brasil realizó un lobby importante en años pasados, habían quedado congelados debido a la mala relación política existente entre ambas naciones, sobre todo después de que ese país le concediera asilo político al exsenador pandino Roger Pinto.
El ministro de Energía boliviano, Luis Alberto Sánchez, visitó Brasil la semana pasada para reunirse con su par de ese país, Eduardo Braga, y con el jefe de la empresa eléctrica brasileña Electrobras.
Según el ministro, Brasil expresó su interés en explorar la manera de "fomentar el intercambio de energía entre ambos países para aumentar la seguridad energética de la región en beneficio de ambas naciones”. Ambas plantas, dijo el Gobierno, podrían generar unos 3.700 megavatios, es decir, casi cuatro veces más de la energía producida actualmente en el país. El 90%, o más de la electricidad que producirían las dos plantas, sería exportado a Brasil.
La construcción de las dos represas forma parte de un proyecto mayor brasileño de construcción de obras de infraestructura, que tiene como objetivo impulsar la economía de ese país. Dentro de ese plan está, por ejemplo, la construcción de las plantas de generación hidroeléctrica Jirau y Santo Antonio, en el río Madera, pero del otro lado de la frontera, en las cercanías de Bolivia. La construcción de centrales hidroeléctricas en Cachuela Esperanza, a 43 kilómetros de Guayaramerín, tiene décadas de discutirse. Las cachuelas (caídas de agua), justamente, ayudan a ese cometido. Las posibilidades económicas para el país son relevantes, ya que la economía brasileña está sedienta de energía. Aunque no se han mencionado los montos que serán necesarios para la construcción de ambas represas, se estima que podrían ser de 7.000 u 8.000 millones de dólares.
La idea no debe ser descartada, justamente si se considera los ingresos que recibiría el país. Pero no debe dejar de debatirse el costo ambiental que obras como estas generarían
Numerosos estudios advierten sobre esos daños. Por ejemplo, una investigación realizada por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) establece que 18 millones de hectáreas, alrededor de 500 comunidades de cinco departamentos del país y unas 330 mil personas serían afectadas por la inundación que provocaría la represa que se necesita construir en Cachuela Esperanza en combinación con los fenómenos climáticos El Niño y La Niña.
El estudio establece que estas obras provocarán la elevación de los niveles de agua de los ríos Beni y Mamoré y varios de sus afluentes. Por tanto, las inundaciones serían más prolongadas que en la actualidad (meses de principios de año), lo que causaría pérdidas de cultivos, ganado y bosques. Se cree que sólo la represa en Cachuela provocaría la creación de una laguna y pantanales de 500 kilómetros cuadrados, trastornando el equilibrio ecológico de la región y afectando a sus habitantes. El estudio, que tiene ya varios años de publicado, concluye que el impacto ambiental, social y económico es mayor a los beneficios. Al ser la segunda presa, denominada Madera, cuatro veces más grande que la de Cachuela, se puede inferir que los riesgos ambientales serán varias veces más graves.
Por esto, este tipo de obras deben ser estudiadas con sumo cuidado. Un gobierno que se llama a sí mismo protector de la Pachamama y defensor de los derechos de los pueblos indígenas, debe sopesar todas las variables en juego. A primera vista, y sin todavía tener un estudio de impacto ambiental aprobado, este diario coincide con CIPCA: los efectos negativos pueden ser mayores a los positivos.
Un estudio de CIPCA concluye que el impacto ambiental y económico de construir una represa en Cachuela Esperanza es mayor al beneficio
Estas obras provocarán la elevación de los niveles de agua de los ríos Beni y Mamoré y varios de sus afluentes, ocasionando inundaciones.
Por una Bolivia democrática, equitativa e intercultural.