CIPCA Notas

Se vienen nuevas inundaciones

Autor: Vincent Vos (*)
Fecha: 02/02/2015

El primer trimestre de 2014 muchos de los ríos que forman parte de la cuenca de la Amazonía en Bolivia presentaron extremos niveles de agua. Las inundaciones provocaron un desastre nacional con enormes impactos económicos, sociales y ecológicos. Ahora a casi un año de este desastre “natural” los niveles de agua en muchos ríos nuevamente están subiendo en formas alarmantes, y tanto las autoridades como la población en general se pregunta ¿Habrán nuevas inundaciones este año?

Para poder responder esta pregunta necesitamos comprender el clima de nuestra región. La siguiente figura presenta las principales características del continente que favorecieron las extremas lluvias del año pasado: una ola de calor por el sureste del continente en combinación con aguas frías a frente de la desembocadura del río Amazonas favorecieron una fuerte corriente de aire por la Costa Atlántica. La rotación de la tierra hace que este aire cargado de agua se mueve sobre la Amazonía. Al chocar con la zona Andina el aire es obligado a subir, por lo que enfría favoreciendo las grandes precipitaciones. 

En septiembre del 2014, un equipo internacional incluyendo representantes del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI) y el Instituto de Hidráulica e Hidrología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) publicaron un artículo en la revista científica Environmental Research Letters, en el cual demuestran que la gran diferencia en temperaturas por la Costa Atlántica fortaleció los procesos climáticos descritos. Rurrenabaque normalmente registra precipitaciones alrededor de 300 mm para enero y febrero, pero en 2014 se registró 1100 mm, casi cuatro veces más lluvia que en otros años. Aunque no tan extremo, muchas otras estaciones registraron efectos similares con niveles de precipitación a nivel de la cuenca amazónica de Bolivia aproximadamente 100% más alto que lo normal. Como consecuencia de estas lluvias al inicio del 2014 el río Madera, que desagua virtualmente toda la cuenca amazónica de Bolivia, transportaba una cantidad de agua de 58.000 metros cúbicos por segundo, 74% más del caudal normal. Los datos fueron aún más extremos en muchas estaciones en Bolivia y en el Río Beni a alturas de Rurrenabaque se registró una descarga de agua de 380% del normal.

Las causas

 

Los investigadores sospechan que los extremos climáticos registrados guardan relación con el Cambio Climático. En este sentido también podemos destacar un estudio de Gloor et al (2013) que demuestra que a partir de 1990 se ha visto una tendencia de cada vez mayores precipitaciones en la Amazonía, coincidiendo con un incremento de las temperaturas de las aguas superficiales del Océano Atlántico, debido al Calentamiento Global. Adicionalmente es necesario considerar procesos más locales que agraven las inundaciones. Los bosques amazónicos y pre-andinos han sufrido altas tasas de deforestación que implica una drástica reducción de la capacidad de retención de agua. En vez que los suelos suelten las aguas de lluvia poco a poco, el agua cada vez escurre más fácil a los ríos, empeorando las fluctuaciones de sus niveles. Las hidroeléctricas construidas en el río Madera constituyen otro factor agravante, ya que generan un remanso hidráulico que frena el desagüe de los ríos arriba de las represas. No obstante, los expertos estiman que es muy improbable que la subida del nivel de agua por causa de las represas afecta significativamente las inundaciones en zonas tan alejadas como la mayor parte de la Amazonía boliviana.   

Pronósticos para este año

A pesar de los diversos estudios sobre los temas mencionados, sigue siendo difícil predecir los efectos del Cambio Climático a largo plazo. El clima es algo variable que depende de muchos factores. Pero cuando hacemos un análisis de la situación climática actual permite comprender que vivimos una situación muy similar que la del año pasado, con una gran diferencia en temperaturas por la costa atlántica. Las condiciones entonces nuevamente favorecen un corriente anticiclónico de aire que hace que aire cargado con mucha agua se mueva sobre la panamazonía.

Para los próximos meses, los modelos climáticos efectivamente pronostican altas tasas de precipitación para la Amazonía occidental. La mancha verde en el siguiente mapa del ECMWF muestra que para los próximos meses se espera muy altos niveles de precipitación para la parte occidental de la Amazonía, con tasas de precipitación de hasta 80-90% superiores a lo normal en la frontera de Brasil con Perú.

Para la Amazonía boliviana se espera niveles de precipitación que varían desde 140% en la Amazonía sur de Bolivia, hasta cerca de 180% para el extremo norte de Pando. Según este pronóstico las precipitaciones serán menores que las del año pasado cuando llegaron a 200% de lo normal a nivel de la cuenca del río Madera en Bolivia y con extremos de hasta 380% para lugares específicos como Rurrenabaque. No obstante, cabe destacar que aún no es posible prever posibles extremos locales, mientras que los modelos climáticos tampoco consideran los efectos de factores agravantes como la deforestación y las represas. Lo que sí deja seguro es que nuevamente sufriremos una temporada de grandes precipitaciones y sin duda grandes partes de la Amazonía Boliviana nuevamente serán afectadas por las inundaciones. En efecto el río Acre que forma la frontera entre el Departamento de Pando y el Estado Acre de Brasil ya ha iniciado desbordar, y el agua en muchos otros ríos en la Amazonía boliviana ha crecido rápido. El Servicio Nacional de Hidrología Naval en realidad ya declaró la alerta naranja (indicando riesgo de inundación) para un creciente número de ríos de la cuenca. 

Para evitar que estas inundaciones se conviertan nuevamente en un desastre nacional, será necesario que la población de la Amazonía y sus autoridades se pongan en alerta y que empiezan a poner en marcha sus planes de contingencia. Ojala que las experiencias del año pasado permiten identificar las debilidades en cuanto a las acciones de mitigación y ayuda humanitaria, a favor de una mayor coordinación interinstitucional y una ayuda que llega en forma más ágil y eficiente a los damnificados.

 

(*) Vincent Vos es técnico de CIPCA Norte Amazónico.

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