Autor: Xavier Albó (*)
Fecha: 15/11/2010
En la octava muchos celebran a las Ñatitas, esas calaveras a veces de seres desconocidos, a veces incluso de familiares muy cercanos, a los que recuerdan y honran con cariño. En Cochabamba se las despide y se desarman las wallunk’as (columpios) con un temprano miskha Carnaval por San Andrés, a fin de mes.
¿Para qué decretar qué es correcto o incorrecto en esas creencias? Lo clave es que muchos lo hacen, sin dañar a otros con ello, y que, por tanto, debemos respetarles esa creencia, como esperamos también que otros respeten las nuestras aunque no las compartan.
En este tema hay cierta continuidad con prácticas y vivencias ancestrales tanto andinas como cristianas.
Sobre las andinas, ya hace siglos Guaman Poma escribió lo siguiente en su Nueva Crónica, junto con un bello dibujo (pg. 256-7[258-9]):
“Noviembre , Aya marcay quilla (mes de llevar difuntos). En este mes sacan los difuntos de sus bóvedas que llaman pucullo y les dan de comer y de beber, y les visten de sus vestidos ricos, y les ponen plumas en la cabeza y cantan y danzan con ellos, y les ponen unas andas y andan con ellas de casa en casa, por las calles y la plaza y después tornan a metellas en sus pucullos.”
Sobre las cristianas, he tenido hace poco el privilegio de visitar las catacumbas romanas, precisamente en el contexto de una reunión mundial sobre diálogo inter-religioso. Impresionan y llenan de devoción kilómetros y kilómetros de cementerios subterráneos llenos de huesos y calaveras de muchos no cristianos y también de los primeros cristianos, que allí se reunían y tenían sus celebraciones en aquellos tiempos de persecución. Huella de aquellos siglos fundacionales es que siglos después se pedía que en la piedra-ara de cada altar hubiera siempre reliquias, es decir, huesos de los mártires, haciendo así más tangible su presencia. En la época de la Reforma y Contrarreforma ello fue también objeto de controversias hoy por suerte ya bastante superadas.
¿Será tan anormal que el recuerdo de los muertos, siempre vivos, se exprese también en sus huesos y calaveras? A nivel universal, ¿no será más bien anormal no hacerlo, aunque ello es también digno de todo respeto?
El respeto y enriquecimiento mutuo en nuestras diversas creencias, cosmovisiones y ritos, sin dañarnos mutuamente, es ecumenismo, es diálogo inter-religioso, es la expresión religiosa de la interculturalidad, base de nuestra convivencia (CPE, art. 98)
(*) Xavier Albó es antropólogo, lingüista y jesuita
Por una Bolivia democrática, equitativa e intercultural.