CIPCA Notas

Los bosques bolivianos, funciones y amenazas

Autor: Vincet Vos (*)
Fecha: 20/03/2016

El 21 de marzo se celebra el día mundial forestal, para CIPCA un motivo de reflexión sobre el estado de los bosques en Bolivia. Cuando hablamos de bosques de Bolivia, en realidad hablamos de una gran diversidad de ecosistemas, desde los bosquecillos de Polylepis del altiplano, pasando por las pampas arboleadas del chaco, hasta las densas selvas amazónicas del norte del país. En su conjunto estos bosques cubren unos 50 millones de hectáreas, casi la mitad del territorio de Bolivia. En especial en las tierras bajas, los bosques bolivianos albergan uno de los más altos niveles de biodiversidad de plantas y animales del mundo. Con el tiempo la población boliviana ha desarrollado saberes ancestrales impresionantes sobre la ecología y utilidad de esta biodiversidad, incluyendo conocimientos sobre los potenciales usos alimenticios y medicinales de los recursos naturales, sobre su uso como materiales de construcción, herramientas y utensilios y como fuente de energía.

Actualmente la producción forestal es la base de grandes economías: por ejemplo en 2014 las exportaciones de la castaña generaron $US 195 millones con que este producto no-maderable constituye el motor de la economía y principal fuente de empleo del norte amazónico. Para las familias locales, la castaña no solamente genera hasta más de la mitad de los ingresos familiares, el bosque también garantiza la seguridad alimentaria gracias a la caza y la pesca y productos como el asaí, el majo y otros frutos naturales(Vos et al.,en prenta).

Aunque la riqueza natural de los bosques en otras partes del país puede ser menor, también aquí los bosques juegan un rol fundamental para las familias rurales, por la producción de leña y plantas medicinales, y sobre todo por la provisión de beneficios ambientales como el acceso al agua y el control de la erosión. En los últimos años nuestra comprensión de estos beneficios ambientales ha incrementado en gran medida, y ahora sabemos que los bosques brindan servicios de un valor incalculable para la humanidad. Gracias a su capacidad de captura de carbono, los bosques bolivianos aportan significativamente a la mitigación del cambio climático mundial, a tiempo que juegan un rol fundamental en los ciclos de agua de sudamérica. A niveles más locales también son importantísimos para el control de la erosión y la recuperación de la fertilidad del suelo, y para reducir la vulnerabilidad ante desastres como inundaciones, sequías e incendios. A tiempo de mejorar el microclima local, los árboles además ayudan a reducir la contaminación e incluso inciden directamente en el bienestar psicológico de la población. Nuevos estudios sobre la proliferación de enfermedades como el dengue y el zika además resaltan la relación entre la deforestación y los recientes brotes epidémicos (Mongabay 2016).

Los bosques no solamente representan un valor estético. También contribuyen a las economías regionales, y sobre todo proveen importantísimos beneficios ambientales desde lo local y para el mundo entero. Estos beneficios son la base fundamental para la producción y la economía boliviana, e inciden directamente en las condiciones de seguridad aimentaria, la salud, y otros aspectos del bienestar humano.

A pesar de la gran importancia de los bosques, la Fundación Amigos de la Naturaleza estima que en Bolivia ya se ha perdido más de 5.7 millones de hectáreas de bosque, y actualmente con una pérdida de alrededor de 200.000 Ha/año, estudios internacionales clasifican a Bolivia entre los 12 países con mayor deforestación del mundo. Las tres principales causas de la deforestación son la ganadería (50%), la agricultura mecanizada (30%) y la agricultura a pequeña escala (20%) (Müller et al., 2014). Adicionalmente el actual “boom” de inversiones en infraestructuras como carreteras e hidrovías sin duda tendrá efectos negativos en términos de la presión sobre los bosques. Otra amenaza eminente está en la posible explotación minera y hidrocarburífera que incluso ha empezado afectar áreas clasificadas como protegidas.

El cambio climático constituye una amenaza adicional sobre los bosques. En base de simulaciones que combinan estimaciones de la deforestación y los efectos del cambio climático, Andersen & Mamani (2009) han estimado que hasta 2100 Bolivia perderá un 40% de su biodiversidad. Por su lado, estudios en la Amazonía han revelado que en años extremadamente secos como el 2005 y el 2010 el crecimiento de los árboles y la gran mortalidad de árboles hacen que la Amazonía pierde su función como “pulmón del mundo” (Brienen et al., 2015). Debido a estos procesos, nuevos análisis científicos muestran que más de la mitad de las especies de árboles de la Amazonía se encuentra en peligro de extinción (Ter Steege et al., 2015).

Sin duda, las consecuencias de estos procesos de deforestacicón y degradación serán desastrosas para Bolivia. Los pobres que viven en zonas rurales son particularmente vulnerables a la pérdida de funciones ecosistémicas esenciales cuando se degrada un ecosistema. La pérdida de servicios como el acceso a tierras aptas para la agricultura, el suministro de agua dulce y la disponibilidad de plantas medicinales tendrán un impacto devastador para los pobres que carecen de otras opciones a su disposición (CDB 2007).

En este sentido es urgente replantear la visión de desarrollo. De hecho, a nivel mundial Bolivia lideriza una visión alternativa de desarrollo, con mayor enfoque ambiental bajo el concepto de cuidado de la Madre Tierra. Como parte de esta visión la Agenda Patriótica 2015-2025 (pilar 6) plantea que los bosques ya no sean “considerados como tierras ociosas para la agricultura, sino que son escenarios integrales de producción y transformación de alimentos, recursos de biodiversidad y medicinas.” En combinación con otros plantemientos de este plan de desarrollo nacional, esta nueva visión de los bosques, permite pensar en nuevas estrategias de desarrollo que promueven una producción sin necesidad de destruir los bosques. El gobierno actualmente viene promocionando una producción diversificada, con políticas públicas como el Programa de Desarrollo Integral para la Amazonía y el Programa Nacional de Cacao. En los próximos años tenemos el desafío de desarrollar estos programas, combinarlos con otras políticas de producción y conservación, y con los diversos programas departamentales y municipales, para concretar una verdadera diversificación de la producción en Bolivia. En este marco CIPCA está fortaleciendo el trabajo en sistematización de experiencias de desarrollo productivo de las comunidades campesinas e indígenas en el país para generar insumos a favor de esta visión alterantiva de desarrollo.

 

(*) Vincent Vos es Biólogo de CIPCA Norte Amazónico.

 

 

 

 

 

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