CIPCA Notas

Del año internacional a la década nacional

Autor: Lorenzo Soliz Tito (*)
Fecha: 02/12/2013

Este 2013 fue declarado por la ONU el Año Internacional de la Quinua, y el 2014 Año Internacional de la Agricultura Familiar.  2013 ha sido un año propicio para ampliar y profundizar el conocimiento y análisis de la problemática de la quinua en Bolivia y en la región andina del continente a través de actividades académicas, de intercambios, encuentros, debates, ferias nacionales e internacionales, etcétera. Por ejemplo, la superficie cultivada, según el INE, se  incrementó de  64.789 hectáreas en el periodo 2010/11 a 104.365 hectáreas en 2012/13.

La disminución de la fertilidad de suelos, la demanda y el incremento de los precios están provocando esta ampliación de la frontera agrícola. El volumen de producción de la quinua ha aumentado de 38.257 toneladas en 2011 a 50.666 toneladas el 2012, y se estima que para el presente año se producirá algo más de 58.000 toneladas; aunque hay estimaciones más optimistas. Oruro y Potosí producen el 80% de la producción de quinua a nivel nacional y Bolivia representa el 45% de la producción  mundial de la quinua (FAO, 2011). No obstante, la productividad de la quinua en los últimos 10 años ha bajado de cerca de 700 a 570 kg/ha (MDRYT 2009). Empero, el consumo local de la quinua ha disminuido paulatinamente de unos 2,5 kg/persona en el año 2000 a cerca de 1,5 kg/persona en 2011 (FAO, 2013).

Es evidente el desequilibrio en los territorios y ecosistemas en la región, por la reducción de las superficies de tierra destinadas a la crianza de camélidos y la expansión de la quinua, lo que provoca una baja en la producción de carne y disminución del guano que redunda en la disminución de la fertilidad del suelo. "Ya no sé qué hacer con mis llamas, necesito tiempo y más espacio para sembrar más quinua”, nos decía hace tan sólo unos 15 días un productor del altiplano sur.

En el ámbito internacional, más de 70 países producen la quinua: en Sudamérica, Perú (que disputa con Bolivia el primer lugar a nivel mundial), Argentina, Ecuador, Colombia, Chile y Brasil. En otras latitudes: EEUU, Canadá, Alemania, Dinamarca, España, Inglaterra, Italia, Francia, Holanda, Suecia, India, China, Kenia, Marruecos y Mali. (FAO 2011). Asimismo, EEUU importa el 63% de la quinua boliviana, lo que hace al país altamente dependiente de un solo mercado.

Ahora bien, puesto que conocemos mejor la problemática de la quinua, no basta con maravillarnos de los avances logrados hasta ahora, ni quedarnos lamentando por los problemas y riesgos identificados. Por ello postulamos que es ahora cuando se debe pasar del año internacional a la década nacional de la quinua, sólo así se podrá lograr que la quinua se consolide como rubro alimentario y de la economía a largo plazo en el altiplano boliviano, especialmente en el altiplano sur, una de las pocas opciones económicas para esta región en mucho tiempo, más allá de la minería y el turismo.

Poner en marcha el Centro Internacional de la Quinua puede ser un buen comienzo, y ampliar la superficie cultivada hasta unas 500 mil hectáreas, un horizonte de largo plazo. Para ello se requiere de políticas y buenas prácticas de gestión territorial para la restauración del equilibrio agrícola-ganadero en la región; fortalecimiento de las organizaciones económicas; aumento de la productividad de la quinua, de los camélidos y de otros sectores según zonas; promoción de la seguridad alimentaria basada en  la quinua; apoyo a la certificación, transformación y comercialización; investigación e innovación de tecnologías apropiadas al medio y en una perspectiva de largo plazo, entre otros.

Esto que proponemos para la quinua igualmente proponemos para la agricultura familiar. Este 22 de noviembre fue el lanzamiento oficial y mundial del Año Internacional de la Agricultura Familiar 2014.  La agricultura familiar es la producción agrícola, pecuaria, silvícola, pesca, pastoreo y acuícola llevada a cabo por una familia o un conjunto de ellas, en su mayor parte con mano de obra familiar o comunal con el propósito principal de la producción de sus alimentos y la generación de ingresos para cubrir otras necesidades alimenticias. Además, la agricultura tiene múltiples dimensiones y funciones conexas: función sociocultural, ambiental, reproductiva, depositaria de conocimientos, saberes y tecnología, de semillas y germoplasma. La generación de empleos directos e indirectos, el aporte a la seguridad alimentaria y la economía del país. Asimismo, es portador de insumos de otras formas de desarrollo, otras formas de relación con la naturaleza y formas de vida.

Se ha estimado que el 70% de los productos consumidos en el mundo proviene de la agricultura familiar. En Latinoamérica, 17 millones de unidades productivas a pequeña escala se dedican a la producción de alimentos (FRM, 2012). En Bolivia, según el MDRYT, la superficie cultivada en 2007 era de 2,86 millones de hectáreas, de las que 1,4 millones correspondían a los pequeños productores campesinos, indígenas y originarios del país para la producción y consumo de la población: cereales, frutas, tubérculos y hortalizas.

Según proyecciones del INE, para  2010 la población rural era de  3.504.047 habitantes (aún no se tiene información del censo 2012). Según estudios, alrededor del 70% de la población rural tiene como primera actividad económica la agropecuaria, lo que muestra la importancia de la agricultura familiar.
El censo agropecuario que se ha completado en días pasados, las políticas y leyes ya promulgadas por el Gobierno nacional (Ley de Revolución Productiva; de las OECA y OECOM, la de Madre Tierra, etc.) deberían ser suficientes insumos para la implementación de políticas, planes, programas y acciones contundentes para potenciar la agricultura familiar del campo boliviano en la próxima década, dada su importancia para la seguridad alimentaria y la economía.

 

(*) Lorenzo Soliz Tito es Director General de CIPCA


Artículo publicado el domingo 1 de diciembre de 2013 en Página Siete.

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