Cosecha de papa. Foto: CIPCA Cochabamba
CIPCA / 09 de mayo de 2020.- La promulgación del decreto de emergencia por el COVID-19 ha sido coincidente con el periodo de cosecha en las zonas rurales del país. En consecuencia, en el caso particular de los valles interandinos de Cochabamba y Potosí, en especial en los municipios de Anzaldo y Acasio, ha habido un importante movimiento de ciudadanos anzaldinos y acaseños quienes retornaron a sus comunidades de origen, en unos casos porque en este periodo habitualmente se articulan con la cosecha de papa, maíz y trigo y en otros porque, en la ciudad de Cochabamba han perdido sus fuentes laborales producto de la cuarentena; por lo que es mejor estar en sus comunidades donde pueden acceder a alimentos mediante relaciones de reciprocidad y de jornaleo.
En consecuencia, los productores que habitualmente viven en las comunidades rurales de dichos municipios, están destinando su producción para el autoconsumo y el pago a quienes trabajaron en la cosecha, por el momento no piensan destinar los productos para la comercialización. Otro efecto producto del retronó de pobladores rurales a sus zonas de origen ha sido la alta disponibilidad de mano de obra, por lo que la actividad de la cosecha, se ha acelerado y ha concluido en un periodo muy corto.
La actividad agrícola y las relaciones sociales en las zonas rurales han sufrido transformaciones ligadas con el acceso a recursos naturales como el agua, la semilla y el suelo. En la actualidad y periódicamente los residentes retornan a las comunidades solo para sembrar y cosechar, dejando la atención de los cultivos al partido, puede ser a sus familiares, vecinos, amigos o compadres.
Por el momento no se manifiestan problemas graves de abastecimiento de alimentos, sin embargo, esta situación de la pandemia y la cuarentena, ha revelado la importancia de la agricultura familiar campesina en la generación de empleo y la seguridad alimentaria.
Pero también este periodo ha mostrado la desigualdad en el acceso a los alimentos donde el intermediario y la falta de políticas públicas de mercado se ha reflejado en el incremento temporal de los precios de los alimentos, que por poco nos llevan a conflictos socioeconómicos como ser: la confrontación entre grupos sociales citadinos mal informadas con militares y policías, el desabastecimiento en las zonas periurbanas, familias que no tenían recursos económicos para comprar alimentos; que han sido paliadas por medidas sociales y económicas para el abastecimiento de alimentos.
Todo esto debe darnos una lección para repensar y generar alternativas sostenibles y solidarias que profundicen en la democratización de los bienes y servicios emanados desde el Estado. Por eso a la Agricultura Familiar campesina hay que valorarla y fortalecerla con programas desde el gobierno nacional, regional y municipal.
Por una Bolivia democrática, equitativa e intercultural.