El trabajo de los representantes de los Pueblos Indígenas del mundo comenzó en Cancún cuatro días antes del inicio de la COP16, con la realización de las reuniones preparativas de los representantes indígenas del Abyayala y el Conclave Indígena (Foro Internacional de los Pueblos Indígenas frente al Cambio Climático) en las negociaciones sobre los acuerdos de Cambio Climático, también llamado CAUCUS Indígena. Durante estas sesiones previas del CAUCUS Indígena participaron alrededor de 50 delegados de organizaciones indígenas de Perú, Ecuador, Panamá, Guatemala, Paraguay, México, Canadá, Estados Unidos, de Filipinas, Kenia, Uganda, Bangladesh y Ártico. En la primera reunión de éste amplio y diverso espacio de coordinación indígena se hicieron las primeras evaluaciones de la coyuntura actual y se discutió acerca de los escenarios y posibles resultados de la conferencia. Con esta información y la información recibida a través de la visita tanto de representantes mexicanos de gobierno y la máxima autoridad de la Convención de Cambio Climático de Naciones Unidas, Christiana Figueres al CAUCUS indígena, se trabajó el establecimiento de temas prioritarios y grupos de trabajo en 8 ejes identificados por los delegados indígenas alrededor del mundo como centrales para las presentes negociaciones. Para nombrar algunos de los más importantes podemos hablar de Visión Compartida (Derechos de los pueblos indigenas y consulta y consentimiento previo, derechos de la Madre Tierra), Adaptación, Financiamiento y Tecnología, REDD y Protocolo de Kioto. Estos grupos de trabajo estarán definiendo las posiciones del Caucus indígenas sobre estos temas para hacer incidencia con delegaciones de los países participantes.Sin embargo esta clara voluntad de participar y contribuir constructivamente en las negociaciones por parte de los representantes indígenas se ha visto frustrada y opacada desde la inauguración del evento, este día lunes 29 de noviembre por una pésima organización y logística por parte de los anfitriones mexicanos, fallas y errores tanto en el transporte como en los horarios y disposición de los espacios donde se desarrolla el evento que sería ingenuo simplemente atribuir a una mala planificación pero que bien podríamos interpretar como el resultado de intentos deliberados de dificultar la participación de observadores de la sociedad civil al interior y exterior del evento. Llama la atención de decenas y decenas de vehículos policiales y militares fuertemente armados que dan más la sensación de una conferencia de la Organización Mundial de Comercio, que de la Convención sobre Cambio Climático, estas primeras conocidas ya por la resistencia social que provocan. Evidentemente la presión sobre las reuniones de negociación sobre cambio climático ha aumentado como producto de la inexistencia de resultados positivos o al menos señales de progreso en alcanzar acuerdos ambiciosos y vinculantes.
Mientras los representantes de la sociedad civil intentan reagruparse esperamos que la razón prime y no se considere que la mejor forma de responder a esta legitima demanda de control y participación de la sociedad civil sea acallada con cercos y tanquetas militares.
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