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Beni se la juega por su cacao, uno de los mejores del mundo.

Beni se la juega por su cacao, uno de los mejores del mundo.

Autor: Margarita Palacios - Página Siete
Fecha: 07/08/2018

A pesar de que la ganadería bovina aún sigue siendo el principal rubro productivo de la región, las familias apuestan a potenciar la producción cacaotera.


Al departamento de Beni ya no es conocido sólo por su actividad ganadera; las familias rurales realizan esfuerzos por preservar el bosque y variar su producción agrícola, y encontraron que el cacao puede ser uno de sus productos estrella.

Según la investigación El cacao en Bolivia. Una alternativa económica de base campesina indígena, en el país hay alrededor de 12.115 hectáreas de cacao silvestre, de las cuales el 67% se encuentra en el departamento de Beni. De estas hectáreas cuantificadas, el 40% es aprovechado por familias campesinas indígenas.

“Tomando en cuenta esta información, el valor bruto del cacao silvestre recolectado en Bolivia podría llegar a ser equivalente a 5.039.840 bolivianos”, se lee en el libro, elaborado por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA).

Con estos mismos datos se puede asumir que de una hectárea de cacao silvestre se obtiene 1.040 bolivianos. “Nuestro promedio nacional arroja aproximadamente 1,5 hectáreas por familia, lo que significa un ingreso anual de 1.560 bolivianos por familia”, según el texto.

El cultivo de cacao requiere de menos espacio que otros productos. Se desarrolla en unidades familiares, genera trabajo, es respetuoso con la diversidad de actividades de las unidades campesinas indígenas y tiene resistencia a los eventuales y cíclicos fenómenos naturales.

Las zonas cacaoteras con importancia comercial son las áreas boscosas que se encuentran en los municipios de San Ignacio de Moxos y Baures, especifica la publicación que fue realizada por Oscar Bazoberry Chali y Coraly Salazar Carrasco.

El segundo lugar de importancia, por la existencia de cacao silvestre, lo ocupa el municipio de San Ignacio de Mojos, donde las comunidades productoras se ubican en áreas más boscosas.

Según esta investigación, las manchas de cacao silvestre han disminuido en estos últimos 50 años, debido al incremento de las áreas de pasturas de las estancias ganaderas y algunas parcelas agrícolas de campesinos indígenas, lo que muestra que la ganadería bovina aún sigue siendo el principal rubro comercial de la región.

Historia


El cultivo de cacao en Bolivia data del siglo XVIII cuando fue introducido en las misiones jesuitas. En el siglo XX la recolección y el cultivo tradicional del cacao fue perdiendo importancia y visibilidad en las cuencas nacionales y departamentales.

Recién en la segunda mitad del siglo XX el Gobierno de Bolivia vuelve a considerar su importancia y potencial en la economía campesina. Desde 1998 hasta 2008 se han visto iniciativas en el país de fomento para la producción del cacao, sin embargo, muchas de ellas no se conocen o pasan desapercibidas.

Actualmente, en Bolivia hay aproximadamente 27 municipios donde se realiza la cosecha, consumo y comercialización del cacao. Los que se encuentran en el departamento de Beni, donde hay una gran presencia de este producto, son Baures, Cercado, Guayaramerín, Huacaraje, Riberalta, Rurrenabaque y San Ignacio de Mojos.

La investigación del CIPCA añade que el cacao silvestre está diseminado y extendido en las márgenes de los ríos de la cuenca amazónica boliviana, que incluye los departamentos de Beni y Pando y parte de los departamentos de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba.

A finales de 2017, el cacao de Bolivia se posicionó por tercera vez consecutiva como uno de los 18 mejores del mundo, en el evento mundial Salón du Chocolat 2017, realizado en Francia.

El grano compitió con 166 muestras de cacao provenientes de 40 países de distintas regiones productoras del mundo, lo que demuestra la calidad excepcional del cacao boliviano.

Transformación


La transformación del cacao consiste básicamente en la fermentación, el secado y la elaboración de la pasta de chocolate.

Los productores también realizan jugo de cacao o macerado para obtener licor o vinagre que es utilizado en ensaladas o para sazonar las carnes en un churrasco. El chocolate está arraigado en el menú del beniano, escribe Hernán Aguilar de CIPCA. “Una taza de chocolate puro y caliente, en el desayuno o a media tarde, se acompaña con masaco de plátano con charque y queso o también con masaco de yuca y bife”. Otra combinación ideal es una taza de chocolate con leche recién ordeñada con pan de arroz, empanada, cuñapé o un delicioso sonso u otro producto que esté de temporada.

Familias diversifican sus ingresos y cultivan arroz, maíz, yuca, plátano, caña y frijol

Una de las comunidades donde implementan cultivos de cacao, así como también de arroz, maíz, yuca, plátano, caña y frijol es la comunidad Monte Grande Kilómetro 5, ubicado en el departamento de Beni.

En esta comunidad se agruparon y conformaron una asociación comunal de chocolateros conformada por 11 socios o seis familias. Todos ellos se organizan para cuidar el cacao.

“Empezamos a cuidar en octubre cuando la mazorca está pequeña y hay que cuidarla hasta febrero para que el mono, el loro, la ardilla no se la coman. Cada uno tiene que cuidarla cada día”, cuenta Pedro Arandiz, presidente de la Asociación Comunal de Chocolatero de Montegrande Kilómetro 5.

Si bien éste es importante para el autoconsumo de la comunidad, también se destina comercialmente lo que otorga una oportunidad adicional a la economía familiar, ya sea para el intercambio o para la venta.

“La arroba este año está a 250 bolivianos. Con eso, tenemos unos pesitos. Trabajamos para que vivan los petacuditos”, dice Constantino Nuni, otro de los comunarios que forma parte de la asociación. En el lugar también tienen frutales, una variedad de árboles madereros y especies medicinales.

Según Olver Vaca, responsable de CIPCA de San Ignacio de Mojos, el cultivo del cacao se ha incorporado a los sistemas agroforestales, que consisten en la introducción y combinación en tiempo y espacio de especies forestales con cultivos anuales, perennes, forrajeras, frutales, medicinales y otras. “Esto hace más sostenible el sistema y su diversificación reduce los riesgos de pérdidas totales durante los ciclos anuales”.

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